¿Por qué nos disparamos flechas si somos de la misma tribu?

Este post es una reacción a la siguiente publicación que circula desde hace unas semanas en Facebook:

PGA

En primer lugar hay que precisar que la foto es parte de una campaña de la Dirección General de Salud Pública del Servicio Canario de la Salud, que tiene como objetivo “la sensibilización a las familias sobre su papel primordial en la educación y transmisión de valores a sus hijos e hijas”.

Un ejemplo de incoherencia entre fines y medios, ya que en lugar de sensibilizar y estimular a las familias a involucrarse en la educación de sus criaturas, lo que más probablemente va a conseguir este lema, por el imperativo negativo final “¡No delegues!”, es acentuar la línea divisoria entre escuela y familias. Como bien nos ha demostrado nuestra tradición cristiana, los mandamientos en negativo generan sentimientos (negativos) de culpa que pueden llevar como mucho a remordimientos, confesiones y penitencias (contraproducentes) o abstinencias – insuficientes, cuando no imposibles de realizar: abstenerse de delegar supone asumir la tarea, y esto requiere unas competencias y condiciones que no siempre se dan, menos aún desde una actitud negativa (de culpa).

Además, la estrategia utilizada es inconsistente, puesto que pretende descargar la responsabilidad de la educación sobre los padres y las madres (¿es decir delegarla?) y así eximir de responsabilidad a lxs demás actores que influyen (quieran o no) en la educación de lxs niñxs.

No cabe ninguna duda que las familias han de hacerse responsables (valor positivo) de la educación de sus hijas e hijos. En la antigua Roma, la educación y la instrucción de los futuros ciudadanos romanos las hacían las madres hasta que los y las niñas cumplían 7 años, edad a la que podían empezar a participar a cursos de alfabetización en la escuela pública en el Foro Romano. A esta práctica educativa de la antigüedad se le podría atribuir la expresión “los siete años de su casa”, común en Rumanía donde la escolarización comienza a los 7 años, que vendría a decir que los cimientos de una persona se ponen en los primeros 7 años pasados en casa. En España estos cimientos se empiezan en casa, en los 3 primeros años de vida (para aquellos niños que no pasan las 10 hs diarias en las guarderías), por lo que se considera que la familia es “el primer transmisor de pautas culturales y su primer agente de socialización.”(Verónica Paule Núñez en Revista Digital El Recreo, 2013).

A la par, hay que ser conscientes que, sobre todo en países donde la escolarización comienza temprano, la escuela tiene un peso substancial en la educación.

Esto es así porque reúne tres elementos fundamentales: Tiempo útil (40 horas por semana), Socialización significativa (grupos de hasta 25 niñxs, más adultxs con autoridad), Edad fértil (a partir de los 3 años). Es decir que lxs niñxs, en su época de mayor maleabilidad y desarrollo, pasan la mayor parte de su tiempo de máxima capacidad de absorción separadxs de la familia, en grupos heterogéneos y numerosos de pares, y bajo la tutela de adultxs formadxs para la educación. Sin que por ello se entiendan eximidos los padres y demás adultxs del entorno de los niños, esto hace que lxs  profesionales de la escuela tengan una responsabilidad muy importante en la educación de lxs futurxs adultxs.

(de: https://auratrifu.wordpress.com/2014/11/10/hacia-una-educacion-non-violenta/)

La educación es una responsabilidad compartida entre todas y todos. O como bien se decía en un comentario sensato “es una tarea conjunta en la que todos debemos participar. No es delegar, es trabajo en equipo “. Lo mismo en cuanto a la formación, ¿cómo se justifica el trabajo en casa y la colaboración que lxs maestrxs piden a los padres y a las madres, sino como trabajo en equipo? Por no decir que hay muchas niñas y muchos niños que adquieren altos niveles de conocimientos en diversas áreas, de la mano de sus familiares.

Para que una persona se desarrolle de manera integral, es muy importante no fragmentarla en sus dimensiones ni fragmentar su vida: espacio-tiempo para educarse en casa vs. espacio-tiempo para formarse en la escuela. La misma etimología de la palabra educación: del latín “educere” que significa ‘sacar, extraer, guiar’ (sacar el potencial, los talentos, los valores, las virtudes etc. del educando y encauzarlos hacia el pleno desarrollo de sus posibilidades), y “educare” que significa ‘formar, instruir’, hace que el concepto educación-formación sea inclusivo e interdependiente.

http://etimologias.dechile.net/?educar

Una escuela que sólo se dedique a la formación (educare) dará, en el mejor de los casos, buenos técnicos. Una escuela que hace bien su parte en la educación (educere), contribuirá a formar buenxs ciudadanxs.

Como decía más arriba, la educación es una responsabilidad compartida entre todas y todos: adultxs del entorno de lxs niñxs (incluso vecinxs y amistades que no tienen hijxs pero que con su ejemplo contribuyen a la educación de lxs nuestrxs), y organismos públicos y privados, estructuras de gobierno o entidades de la sociedad civil, que inciden en la educación informal (p.ej. medios de comunicación) y no formal (asociaciones y organizaciones) y en las condiciones necesarias para que padres, madres y educadorxs tengan la posibilidad de implicarse de manera eficaz en la educación de lxs futurxs adolescentes y adultxs (horarios y demás condiciones laborales, estructuras con mayor grado de horizontalidad, etc.).

“Para educar a un niño hace falta la tribu entera” (José Antonio Marina, en Verónica Paule Núñez 2013)

Véase también:

http://revistamagisterioelrecreo.blogspot.com/2013/04/que-papel-juega-la-familia-en-el.html

https://auratrifu.wordpress.com/2014/10/23/sobre-la-violencia-invisible/

https://auratrifu.wordpress.com/2014/11/10/hacia-una-educacion-non-violenta/

https://auratrifu.wordpress.com/2014/11/28/el-sistema-educativo-una-vision-sistemica/

https://permaculturapirineus.wordpress.com/2015/01/29/la-causa-mas-probable-de-la-adiccion-ha-sido-descubierta-y-no-es-lo-que-usted-piensa/