Se acabaron las vacaciones. Grandes y pequeños retomamos las rutinas, todo sea dicho, con un poco de nostalgia…
Días intensos que nos han exigido sumas energías y, a la vez, nos han cargado de buenas energías para llevar en el nuevo año. Fiestas, regalos, comidas familiares, compartir y, para los más pequeños, sobre todo jugar mucho.
Jugando en compañía de iguales, en casa y al aire libre, y predominantemente juegos analógicos[i], se aprende mucho. Lo primero que se aprende es compartir, un verdadero ejercicio de paz.
Casi siempre los niños se sienten atraídos por el mismo juguete, a su manera están experimentando el aprecio para y de sus iguales: “lo que tu aprecias, yo aprecio, porque te aprecio” y “si me aprecias, me lo dejas a mi”. Eso se convierte muchas veces en una disputa. Para los adultos, en una oportunidad para acompañar a los más pequeños en la aventura que representa solucionar un conflicto, a menudo sin hacer nada, simplemente observando, reconociendo el potencial de paz en los niños y aprendiendo. Otras veces, ayudandoles a descubrir sus verdaderas necesidades, a entender las necesidades del otro, a buscar soluciones non-violentas y mutuamente satisfactorias. Una labor que encierra sentimientos y emociones, por lo que requiere sensibilidad y lucidez. La mayoría de las veces, sería una tarea fácil, en la vida real demasiadas veces obstaculizada por la propia ansiedad de los adultos, por la inseguridad que ha crecido dentro y con nosotros desde la infancia.
Jugando, los niños y las niñas aprenden también aritmética, lecto-escritura, música, artes plásticas, manualidades, etc.… Desarrollan una variedad de inteligencias de manera natural y respetuosa con sus ritmos e intereses. Los juegos al aire libre, de movimiento, fortalecen la salud y el equilibrio físico-mental y emocional de los niños.
Estas vacaciones, muchos niños han tenido, ¡por fin!, la oportunidad de jugar más allá del escaso par de horas que se permiten en días habituales durante el año. Aun así, para la mayoría, no ha sido todo juego … Todos los días han tenido que lidiar con las responsabilidades inherentes para un desarrollo equilibrado, por ejemplo restar tiempo al juego para comer correctamente, dormir lo suficiente y realizar las tareas de higiene corporal, o recoger y ordenar sus cosas, cuidar las mascotas o las plantas, etc.. Algunas veces han tenido que terciar su tiempo para cumplir con otros quehaceres que dependen de los adultos, como desplazamientos y visitas, paseos y deberes escolares, entre otras.
Jugar es un derecho y una necesidad objetiva que armoniza el desarrollo de los niños y de las niñas, y se armoniza con las necesidades y derechos de otros seres vivos y la Natura – un aprendizaje que estamos haciendo, entre grandes y pequeños.
ver también:
https://auratrifu.wordpress.com/2014/11/28/el-sistema-educativo-una-vision-sistemica/
https://auratrifu.wordpress.com/2014/11/21/reflexions-al-voltant-de-la-infancia-per-francesco-tonucci/
https://www.youtube.com/watch?v=HpXSnPTL0Wk
https://auratrifu.wordpress.com/2014/09/15/la-escolarizacion-obligatoria-una-invitacion-al-dialogo/
[i] Analógico – el contrario de digital. Los videojuegos y otros sistemas digitales de entretenimiento infantil deberían ocupar tiempos mínimos en el tiempo de juego; recomendamos su uso como recurso excepcional para viajes, esperas, o para premiar algún logro que requiere mucho esfuerzo para el niño/la niña en cuestión.